Seguramente te pase como a mí, empiezas el día muy temprano y lo acabas muy tarde. Duermes poco, andas todo el día con el puñetero tiempo pegado al culo y te parece que no llegas a ningún sitio. Siempre estás corriendo de un lado para el otro y no disfrutas el momento. Es normal, tienes lo que yo denomino “Síndrome del Hacedor”. Dícese de aquel que quiere hacer de todo, que se apunta a un bombardeo, en el curro, con la familia, los amigos, la grupetta…y al final acabas estresado y fundido. Te lo aseguro, me pasa cada dos o tres meses. Pero como el ser humano es terco por naturaleza, sigo igual y no cambio.
Pues bien, tengo que ingeniármelas como puedo para poder sacar 1 hora (y no todos los días) para entrenar o intentar estar y mantener la forma. Principalmente, porque mis compañeros entrenan el doble que yo y el fin de semana me toca sufrir. Y mucho. No aspiro a ganarles, ya he competido toda mi vida, solo quiero, como dice el gran Hermida: Que la bici ruede rápido. Y para eso hay que entrenar algo, no sirve salir un sábado si y tres semanas no. Pillar el pajarón y pa’casa.