Este año, cumpliré 20 años de antigüedad (o experiencia) en quizá el mejor deporte del mundo, el ciclismo. Empezaba con 14 años, en la escuela de mi barrio (que realmente era una tienda de bicis) junto con otros niños, adultos y monitores experimentados que me llevaban años de ventaja en el MTB. Habían visto nacer al Mountain Bike, habían conocido a los grandes entre los grandes, como John Tomac, Paola Pezzo o incluso Marga Fullana. Y ahí estaba yo, con mi Suntrack (por aquella del Pryca) color verde rígida y 26′, por supuesto.
Al ciclismo, llegué por casualidad. Tras un intento fallido de intentar jugar al fútbol en el equipo del colegio, tuve la desagradable experiencia de ser uno de los dos únicos niños, que se quedaron fuera del equipo de fútbol del cole. En ese momento, me di cuenta de que la vida y el destino, me estaban diciendo que aquello no era para mí.
Por qué en ciclismo
Comencé a dar vueltas de campana buscando mi deporte, primero el patinaje en línea, después el ping – pong, etc. pero finalmente, me decanté por el más grande, por el ciclismo. Sentía un poder de atracción y libertad cada vez que me montaba en aquel hierro, que era imperceptible para el resto de la humanidad. Al principio, salía con mis amigos del barrio a dar vueltas por la ciudad, hasta que un día uno de ellos se convirtió en un auténtico pro. Se había depilado y había comprado unos pedales automáticos en la tienda del famoso ciclista asturiano, Fuente.

Yo estaba alucinado, pero por supuesto, no tardaría mucho en hacer lo mismo. Un buen día, se nos ocurrió apuntarnos a una especie de escuela que había en la tienda de bicis de nuestro barrio. Al llegar allí, nos dimos cuenta de que eramos auténticos novatos, pero teníamos mas gana e ilusión que ninguno.
Fueron pasando los meses y los sábados maravillosos de salida con la escuela. Mejoramos las bicis, compramos horquillas de suspensión e incluso llegamos a “pasar de nivel”. Ya estábamos en el grupo de los buenos en la escuela.
Llegó la competición
En una ocasión, leyendo el periódico, vimos que el famoso y mítico Open del Naranco de MTB se celebraría en pocas semanas en Oviedo. Estrellas como Tinker, Oscar Freire, Dario Cioni, Paola Pezzo, Marga Fullana y un jovencísimo Hermida, se darían cita en un circuito de MTB por el Naranco ¡En nuestra casa! obviamente no podíamos desaprovechar semejante cita.
El primer año fuimos de espectadores, el segundo fuimos a competir. Aquel colega y yo, los mismos que hace unos meses no tenían ni pedales automáticos. Categoría cadete y junior. Aquí empezó todo.
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Posteriormente, recorrimos media España compitiendo en los Open de XC, los Coronas de turno, y participando en multitud de carreras de Cyclocross, Open de España, Campeonatos de España e incluso alguna con categoría internacional.
Hoy, han pasado 20 años desde aquella época, salimos lo que podemos cuando podemos. Pero las ganas, la ilusión y esa pasión por el ciclismo, no se ha movido ni un ápice. Seguimos fieles a nuestro estilo, nos siguen flipando las carreras, las marchas y las rutas de mtb o carretera. Nos apasiona el ciclocross.
Del ciclismo he aprendido a vivir sin quejarme, a luchar por objetivos, a sufrir, a fijarme una meta e incluso a gestionar psicológicamente momentos duros de presión, estrés o incluso bajón mental.
El ciclismo, en cualquiera de sus versiones, es una medicina increíble, una forma de vida y un legado de gran valor para los más pequeños. Es probable que aprendan muy pronto a gestionar el sufrimiento, a regularse, a perder (y a ganar) pero sobre todo, a disfrutar de la vida y el aire puro.
Por otros 20 años más en este maravilloso deporte.
Borja – Mr. Mooquer
– Gregarious en Mooquer cc –
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